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Mi México desde tus ojos

Dedicado a mi amiga Hanako Yuzawa

Desde niña siempre fui atraída por la cultura norteamericana y también la japonesa. La norteamericana me llamó mucho la atención principalmente por su música, sus programas de televisión y su indudable influencia en México como país vecino, y modelo a seguir en muchas cosas.

El cómo empecé a interactuar con la cultura japonesa, sin embargo, fue algo diferente, que simplemente llegó a mi vida aparentemente por accidente. Lo primero que recuerdo es que mi abuelita tenía una gran admiración por las culturas orientales, ella siempre tenía en la casa cuadros de pagodas, y hacía bordados con japonesas ataviadas con hermosos kimonos. 

Mi segundo acercamiento llegó más tarde cuando me subí con mi mamá, mis primas y mi tía Lety a un barco japonés, y le pedí a un marino que escribiera mi nombre. El marinero escribió mi nombre en hiragana, y escribió el nombre de él en kanji, ahora lo sé, pero en ese momento solo fui llamada por los misteriosos y elegantes símbolos que desde ese entonces me obsesioné por entender.

Luego llegó mi adolescencia y conocí la animación japonesa, desde entonces fui admiradora de ese mundo, tan lejano a mi, y con costumbres a veces tan diferentes a las mías. No puedo negar que siempre quise conocer a una persona de japón para preguntarle todas mis dudas.

Más tarde, cuando salí de la preparatoria conocí a dos japoneses, Tomoyuki Yamazaki y Akiko Nojiri. Ellos fueron enviados por JICA para dar clases en mi pueblo, y principalmente traté con Akiko, quien vivió en casa de mi prima durante algún tiempo, y se convirtió en parte de la familia.

Después de la preparatoria me fui a vivir a Xalapa para estudiar en el Tecnológico, por los últimos semestres que estuve ahí, mi amigo Jose Luis empezó a estudiar japonés, y el conoció a muchos asiáticos a los cuales nunca me atrevía a acercarme porque me daba pena.

Años después vine a vivir a la ciudad México, y se presentó la oportunidad que había buscado desde niña, de aprender japonés en la UNAM. Ahí conocí a mis profesores Nagaoka sensei y Fujita sensei.

Mi primera maestra, Mikiko Nagaoka es la japonesa clásica con modales perfectos, aquella que camina suavemente cual si estuviese flotando, y con una sonrisa que ilumina; de las que se ven en las películas. Ella es muy linda y asistir a su clase se convirtió en una de las mejores cosas de mis días. Mientras tanto Naoki Fujita es el japonés más extravagante que he conocido, lo dicen hasta los mismos japoneses, pero su clase era divertidísima, tenía mucho tiempo que no salía con dolor de panza de un lugar por tanto reirme.

A finales de mi primer semestre de japonés, y principios del segundo yo estaba atravesando por un problema personal, de esos problemas sentimentales que a todos nos toca una vez pasar, pero que cuando tenemos no sabemos cómo resolverlos. Recuerdo que mi mente estaba hecha cachos por esos días, y mi corazón también, y recuerdo un día en particular cuando había decidido no ir a japonés, a la clase de Naoki, porque me sentía como sin alma en el cuerpo, pero mi amiga Chely me animó a seguir.

Aún hoy, me sigo preguntando ¿Por qué fui a clases ese día?...

En el momento en el que llegué a mi clase, estaban ahí presentándose dos japonesas Tomoko Nomura y Hanako Yuzawa, cuando llegué, estaba terminando de hablar Hanako, y escribió su nombre y correo en el pizarrón. Ellas querían conocer a personas mexicanas que estuvieran interesadas en aprener japonés, para poder "intercambiar idiomas". Anoté su correo, y creo que desde ese momento me calló bien, así que en la tarde decidí escribirle para invitarla a tomar un café.

Desde ese día nos volvimos amigas, y durante el año que ella estuvo en México fuimos a todas partes. Tengo muchos amigos en el D.F., pero la verdad es que Hana siempre tenía tiempo para mí, y se convirtió de repente en mi indiscutible compañera de pato-aveturas, o tal vez yo me convertí en su compañera... No lo sé.

Yo estaba consciente de que esta amistad iniciaba por el interés de ella de aprender español, y a decir verdad no esperaba que nos convirtiéramos en tan buenas amigas. Creo que su presencia me ayudó un poco a calmar mi corazón, que en ese momento estaba en tormenta, principalmente porque al inicio las barreras de idioma no me permitían contarle mis ridículas penas amorosas, como lo podía hacer con mis amigos mexicanos, así que cuando estaba con ella, simplemente me olvidaba del problema.

Después del día que conocí a Hana, conocí la ciudad de México más que en los casi dos años que había vivido aquí. También conocí a muchos amigos de Hana como Riichi Suzuki y Ryota Nishimura, cuya pasión por el futbol los trajo a México. Así mismo, me relacioné con Ken Adachi, Yohei Sakai, Asuna Nakamura, Go Katayama, Manami Naito,  Mutsumi Okui y otros estudiantes extrangeros, no japoneses, como Kim Orleans de Estados Unidos, Amondi Rabar de Kenia (quien me enseñó que Hakuna Matata es una frase en suajili),  Hyumin Shin, Bitna Kim e Injae Choi de Korea e Inés Cheng de China.

Sin embargo, además de las buenas amistades, creo que una de las cosas más valiosas que conservo como recuerdo de la estancia de Hana en México, es el aprender a ver a mi país desde una perspectiva diferente a la que yo lo veía, compartiendo mis puntos de vista con una persona que nació muy lejos de aquí.

A través de esta viviencia, pude notar que lo que más le duele a México, y lo que más nos pone en lejanía con el primer mundo oriental, no es la distancia en kilómetros, sino las diferencias entre clases, que en mi país, siguen siendo muy marcadas, se marcan hasta en la forma de hablar.

Hana se sorprendió mucho una vez que le explicaba que en México, la clase pobre habla diferente a la clase alta. Ella me contó que en Japón hay muchas diferencias en la forma de hablar de un joven o un adulto mayor, y también desde luego, de una región a otra, pero que no existe una diferencia para hablar entre un pobre y un rico.

Hana también me mostró su sorpresa sobre que en México hubiera "ricos muuuuuuuy ricos, y pobres muuuuuy pobres".  - La mayoría de los japoneses son de clase media - Me dijo - Y yo pensé que son de la clase "media-alta", porque en México, la clase "media-baja", que constituye la mayoría de la clase media,  no puede vivir con tantos "lujos" como vive la clase media en Japón.

Hay muchos ejemplos en donde se ven estas diferencias sociales de las que platico, por ejemplo una de las cosas más sorprendentes que Hana vio en México, eran los vendedores ambulantes del metro - "Eso no hay en Japón"- decía Hana - Así como las personas que juegan con pelotas o fuego en los cruceros.

En Japón tampoco hay "muchachas", como me dijo Riichi Suzuki, porque los japoneses de clase media no pueden pagar lo suficiente para tener una "maid", las "maid" son exclusivas de las casas de ricos. La razón por la que un japonés de clase media no puede pagar una maid, aun cuando tiene mayores ingresos que un mexicano de clase media, es porque las maid cobran un salario digno (ellas también son de clase media), mientras que a veces nosotros en México infravaloramos el trabajo de los demás, y le pagamos muy poco a quien limpia nuestra casa. Creo que somos nuestros propios verdugos.

Entendí también que la mayoría de los japoneses no solamente limpian su casa por obligación, así que recordé las palabras de mi amigo Riichiro Suzuki, quien me dijo "Yo quiero limpiar mi casa, porque es MI CASA". Estó me hizo pensar que para el japonés, asear su espacio es una especie de ritual, en donde se acerca a sí mismo.

Quizá, una de las cosas que provoca más diferencias en México, es el tiempo de educación que nos imparten a la mayoría. En México, ni siquiera las escuelas particulares aseguran la calidad de la educación que brindan. En Japón, primero que nada, no existen las escuelas en la tarde, porque la obligación de los niños es estudiar y un niño no debe trabajar, pues la ley castiga fuertemente al padre que pone a trabajar a su hijo. Por eso, no es tan necesario tener escuelas vespertinas o nocturnas como ocurre por acá.

Sobre la educación, recuerdo que Ken Adachi me preguntó una vez si yo no sabía nadar, a lo que yo respondí que no. El me contó que en todas las escuelas en el norte de Japón, les enseñan a los niños a esquiar, mientras que en las escuelas de el centro y sur, todos los niños aprenden a nadar, como parte de la clase de educación física. No sé muy bien como es en la ciudad de México, o en ciudades como Xalapa, pero en Altotonga donde yo me crié, los maestros de educación física no existieron hasta que estuve en quinto o sexto grado, y cuando existieron a veces iban y a veces no. Tampoco pude dejar de pensar, cuando Kentaro me comentó esto, que mi maestro de secundaria, a pesar de siempre estar en la escuela, no siempre daba clases, aunque debo decir que gracias a un permiso que me consiguió mi mamá, yo nunca asistía a educación física, cosa que mi amiga Arely siempre va a recordar con desagrado, pero esa es otra historia.

Ken también me contó, que en las escuelas en Japón, tienen clases para aprender a hacer de comer y a alimentarse. Supongo que es por ello que la comida japonesa es tan sabrosa y tan sana. Los japoneses, también aprenden en la escuela a realizar los labores de la casa, desde como asear y cómo cambiar un foco hasta como hacer una instalación de luz y que materiales necesitas para construirte un techo.

De las pláticas con Hana y sus amigos, aprendí muchas cosas, y durante el tiempo que ella estuvo aquí, también conocí a otra chica japonesa llamada Megumi Kubo, a Megu-chan, como la llamo, la conocí porque ella era asistente de la clase de japonés de la maestra Martha, a la que asistí en tercer semestre. La clase de la maestra Martha era muy buena, ella es la primera mexicana que me dio clases de japonés en el CELE de la UNAM, y tiene su lugar muy merecido ahí, porque domina el japonés y además tiene técnicas muy entretenidas e interesantes con las que realmente aprendes, es una excelente maestra.

Megu-chan es una chica muy inteligente, ella estaba estudiando literatura en la UNAM, como parte de un programa de intercambio con su universidad en Japón. De Megumi aprendí muchas cosas también, sobre todo en una clase donde ella nos platicó de las diferencias  entre las "buenas costumbres" entre México y Japón. Ella habló de algo que Hana y otros amigos ya me habían hecho notar,  "la impuntualidad".

 "A los japoneses les gusta organizar" - dijo Megumi, por eso cuando te dicen que tienes una cita a cierta hora debes llegar puntualmente, porque es de muy mala educación llegar tarde, eso significa que no tienes respeto hacía la otra persona.

Aquí en México, y más en la ciudad, la impuntualidad es la "organizadora del caos", porque hasta el transporte público es impuntual. Los microbuses y el metro no tienen hora de llegada, mientras que en Japón, en cada parada hay un intinerario escrito, que es respetado celosamente; así aunque vayas en transporte público es posible planear tus tiempos mucho mejor.

Megumi y la maestra Martha, también nos contaron en clase, que en Japón está muy mal visto llegar a visitar a una casa sin avisar, esto incomoda y a veces hasta hace enojar al anfitrión, quien seguramente ya tenía planeadas otras cosas antes de sus visitas incómodas.

Con respecto a los modales, algo que me llamó mucho la atención, es que son totalmente dependientes de la cultura, y una cosa que puede ser considerada de buena educación en un país, es muy mal vista en otro. Por ejemplo, los japoneses se quitan los zapatos al entrar a un lugar como la casa o la escuela,  pero un mexicano no concibe muy bien la idea de quitarse los zapatos en una casa que no sea la suya. Por otro lado, un japonés no puede pensar en comer la sopa o tomar el té sin hacer ruido con la boca, y para un mexicano esto es motivo de fuerte reprimenda por parte de mamá cuando es pequeño.

En fin, retomando mis experiencias con Megumi, algo que creo que le gustaba a ella acerca de México, es que en los trabajos no se tiene tanta presión como en Japón, creo que los mexicanos siempre nos damos tiempo para ser felices, aunque a veces exageramos un poco (nunca se exagera con ser feliz, pero si con darnos demasiado tiempo para parrandear), pero creo que la alegría es una de nuestras fuertes cualidades, que junto a nuestra "amabilidad" hacen sentir a los extrangeros como Megumi y Hana a gusto en nuestro país.

Cuando escribo esto, Megu y Hana ya están en japón, y sólo puedo decir que me siento contenta de tener amigas al otro lado del mundo, que despiertan cuando yo me voy a dormir, y que duermen cuando yo estoy despertando. Me acuerdo del rey Felipe II cuando decía "En mis dominios no se pone el sol", refiriéndose a que tenía territorios tanto en América como en Europa, por lo que siempre era de día en alguna parte que era gobernada por el. Yo no tengo dominios, pero si les puedo decir que el sol de la amistad siempre me ilumina, porque siempre tengo un amigo despierto en algún lugar del mundo.

El día que Hana se fue, me puse muy nostálgica, y no pude dejar de pensar en que tardaría mucho tiempo para volver a salir de "patita de perro" con ella y recorrer la ciudad. Un día anterior a ese, tuvimos una plática acerca de lo que ella pensaba hacer en Japón, y recuerdo que me dio su últimos puntos de vista sobre México. 

Hana dijo, que los japoneses siempre están pensando en el futuro, y los mexicanos siempre estamos pensando en el día de hoy. También me dijo que para un japonés lo más importante siempre es cumplir sus sueños, mientras que para un mexicano está primero la familia, los amigos, "lo del corazón"... - No he decidido cual es mejor... - Dijo Hana - Pero mi pensamiento es que lo más importante es luchar por tus sueños, aunque entiendo que lo bueno es pensamiento mexicano... - Anadió.

Yo sabía que un japonés pone antes que nada cumplir sus metas, porque Riichi Suzuki también  me platicó una vez, que cuando tenía una novia, le daba a su novia un lugar importante, pero para el primero estaba su sueño, "El futbol". Supongo que esto es lo que lleva a los japoneses a que todo su trabajo siempre tenga calidad, a esforzarse al máximo, y no dejar las cosas a medias.

Aprendí muchísimas cosas de Hana, de Megu, y de sus amigos. Son tantas experiencias que  no podría contar todas en este espacio. Pero de aquella que fue, una de mis últimas pláticas con Hana en México, me enseñó que quiero planear el futuro como japonés, y poder ver más allá de lo que está frente a mis narices, pero también quiero vivir el presente intensamente como mexicana que soy. Hoy quiero pelear por mis sueños como japonés, con mucho ahínco y ser más disciplinada, pero para mí siempre estarán primero mis seres queridos.  

Después de haber visto México, a través de la mirada de los japoneses, después de ver un México sin igual, lleno de colorido y de alegría, me da más orgullo ser mexicana, y puedo decir que México, es el país en donde tengo más amigos en el mundo, pero el segundo país donde tengo más amigos es Japón, cuya gente amable e inteligente me ha abierto las puertas de su corazón.

どうもありがとうございまず華ちゃん!

3 comentarios: Leave Your Comments

  1. "Yo quiero limpiar mi casa, porque es MI CASA" me quedo con eso, lindo ritual el que acostumbran, supongo que debería realizarlo mas seguido que cuando lo hago el ritual dura todo el día o el fin de semana. Por cierto pensaba equivocadamente que el hakunamatata los gringos lo habían tomado del mexicano, - he Timon como diría que esta despreocupado - Hey ¿recuerdas como dicen los mexicano? - a si dicen algo así como Hakunamatata (me vale madres) - bien queda hagan la canción -

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  2. Hola Karlitos!!!

    Te agradezco el comentario, y sí, hay que practicar el ritual jeje...

    Deberían hacer una canción de "Me vale madres"... Aunque creo que Alejandro Sanz hizo una que se llama así, filmó el video en México.

    Y pues Hakunamatata es suahili. Literalmente es "No hay problema"

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  3. Sin querer, me tope con tu blog, buscaba reseñas sobre la película "Himizu", y heme aquí, acabe por leer algunas de tus entradas, redactas de manera mágica tus experiencias, en esta me centre más puesto que me sentí identificada, esa atracción hacia un país tan completamente diferente al mio.
    ¡Saludos! Fue grato leerte.

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Agradezco tus comentarios Aquí =D